04 marzo, 2004

Mozambique: Monjas denuncian tráfico de órganos

Más de 200 niños han desaparecido. Algunos aparecen muertos y sin sus órganos vitales.

BARCELONA.- Niños que se desvanecen en el aire, otros que escapan de sus captores y cadáveres que aparecen sin sus órganos vitales. Desde hace algo más de un año los habitantes de la remota localidad de Nampula, en Mozambique, viven una auténtica pesadilla.

Al menos 200 niños han desaparecido en el último año. Algunos sin dejar rastro. Otros aparecen muertos y despojados de ojos, riñones y corazón.

Hace dos semanas, cuatro monjas españolas de la misión de Siervas de Santa María en la zona denunciaron públicamente lo que ellas creen es el secuestro y asesinato masivo de niños y adolescentes para extraerles los órganos.

No puedo calcular con exactitud la cifra total de pequeños desaparecidos, pero hace un año nosotras dábamos de comer a 150 niños de la calle y ahora apenas quedan unos 15. A eso hay que sumar las denuncias hechas por padres en la radio local, que deben ser más de 100. Es como si la tierra se estuviera tragando a los niños de Nampula, explica a El Mercurio en una entrecortada conversación telefónica, la priora de las religiosas, sor María Juliana.

Esta religiosa contemplativa tiene pruebas suficientes para afirmar que no es la tierra la culpable de que los pequeños se evaporen, sino una poderosa red de tráfico de órganos que tiene su base de operaciones justo al lado del convento donde ella y sus compañeras cuidan de 60 huérfanos.

La casa de los horrores

Todo comenzó a fines de 2001, cuando un matrimonio de blancos compró las tierras que están al lado de la misión. Al principio no relacionamos su llegada con la desaparición de niños, hasta que una noche un hombre tocó a nuestra puerta para intentar vendernos un niño. Se había equivocado de casa. Luego confesó a la policía que había vendido otros niños a nuestros vecinos, dice sor Juliana.

Desde entonces se han multiplicado los testimonios contra la pareja formada por un ciudadano de Zimbabwe de origen irlandés, Gary O'Connor, y su esposa danesa, Tania Skytte. Los cadáveres de varios menores han aparecido en los alrededores de la finca y hay al menos cuatro pequeños que consiguieron escapar de la casa de los horrores. Dicen que fueron llevados mediante engaños, algo no muy difícil en un país donde los niños casi no conocen los caramelos.

Las monjas han recopilado fotos y cintas de video que muestran cómo los vehículos que se llevan a los pequeños son los mismos que circulan por la finca vecina y que cada noche, con sus focos, ayudan a aterrizar y despegar a una pequeña avioneta en un improvisado aeródromo.

Después de pasar 32 años en Mozambique, la hermana María Juliana reconoce que lo ha visto todo. Vivió la independencia y luego la guerra civil en este convulsionado país donde ha sufrido varios asaltos armados.

Esto es, sin duda, lo más terrible. En la guerra al menos sabíamos dónde estaba el enemigo, pero aquí puede ser cualquiera el que está traficando con los niños. Es una vergüenza que a estas alturas sea posible vender un ser humano como si fuera un cabrito, añade la religiosa, que no se plantea abandonar la misión.

Monja asesinada

Sor Juliana y sus compañeras han recibido numerosas amenazas de muerte desde que se decidieron a denunciar y la semana pasada escaparon a dos emboscadas de milagro. En ambos casos hombres armados con cuchillos intentaron cerrarles el paso en la precaria carretera que une Nampula con el convento que se encuentra en la periferia.

Otra religiosa brasileña de confesión luterana que vivía en el pueblo tuvo, sin embargo, menos suerte. Tras informar a su congregación de lo que estaba pasando, apareció ferozmente asesinada.

A pesar de que las monjas han recurrido a las autoridades mozambiqueñas para pedir ayuda, todos hacen la vista gorda. A principios de esta semana, la Fiscalía General de Mozambique publicó un informe en el que asegura que no hay indicios de que exista una red de tráfico de órganos en Nampula, aunque organizaciones como la Iglesia Católica y Amnistía Internacional corroboran la versión de las monjas.

No sólo hay una red en Nampula, también operan en otros sitios del país. El problema es que estas mafias son muy poderosas y compran a todo el mundo, afirmaba esta misma semana a la prensa local Alice Mabote, presidenta de la Asociación de Defensa de Derechos Humanos de Mozambique.

Mabote cree que en algunos casos se trasladan los órganos a Sudáfrica y en otros se lleva a los niños vivos para hacer el transplante.

A pesar de todo lo que está pasando, las monjas aseguran no tener miedo. Lo único que siento es impotencia y dolor ante tanto sufrimiento, dice sor Juliana antes de que se corte definitivamente la débil comunicación telefónica.

EJEMPLO

DISMINUCIÓN: Para ilustrar la desaparición de los menores, las religiosas cuentan que hace un año daban de comer a 150 niños de la calle y ahora sólo quedan 15.


País: Chile
Ciudad: Santiago
Medio: El Mercurio
Sección: Internacional
Tema: Internacional
Autor: Beatriz Silva

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