16 marzo, 2006

Comercio sexual de niños y mujeres, el más infame negocio de la historia

ABN 14/03/2006
Caracas, Distrito Capital

Caracas, 14 Mar. ABN (Hernán Mena Cifuentes).- El hasta ahora irrefrenable comercio de niños, adolescentes y jóvenes mujeres en su mayoría oriundos del Caribe, América Latina y otros países pobres del planeta, llevados a los Estados Unidos, Europa y Asia para ser vendidos y explotados como esclavos sexuales, ha hecho de esa perversa actividad el más lucrativo negocio del planeta, después de la industria petrolera y del tráfico de armas y de drogas.

Ante el tétrico panorama de dolor y sufrimiento que presenta a un mundo sometido virtualmente a la impunidad de un crimen de lesa humanidad que atrapa en sus redes a millones de seres inocentes, negándoles el derecho al disfrute de un presente de libertad, condenándolos a un futuro de enfermedad y muerte, ha surgido como un rayo de esperanza la I Reunión de la Organización de Estados Americanos sobre Trata de Personas, que desde hoy martes y hasta el viernes próximo tiene como sede a Venezuela.

Alarmados ante el impacto negativo del comercio de personas sobre la sociedad y peor aún, sobre la vida de esos seres, y de su acelerado incremento en la región, los gobiernos del continente han delegado en la OEA la responsabilidad de asumir la lucha contra un flagelo que afecta a un amplio grupo humano que en razón de variados factores sociales, culturales y económicos es vulnerable a su acción, convertida además en seria amenaza para la preservación de los valores y principios éticos y morales de la gran familia caribeña y latinoamericana.

Conscientes de la magnitud de la misión que les ha sido encomendada, un grupo de sociólogos y demás profesionales expertos en diversas disciplinas, analizarán durante cuatro días en isla de Margarita, estrategias y mecanismos de cooperación integral, con miras a la adopción de políticas que conduzcan a la progresiva reducción y eventual erradicación del comercio de personas, el infernal negocio que utiliza como “materia prima” a millones de niños, adolescentes y mujeres pobres de la región.

La gravedad del problema fue reconocida ya antes por la ONU, que desde hace años despliega un dispositivo global de prevención y lucha contra el flagelo a través de sus órganos especiales como Unicef, OACDDHH, Unifem y OMS, en un esfuerzo que, a pesar de los recursos humanos y materiales utilizados, hasta hoy luce insuficiente y frustrante, mientras simultáneamente se amplía el escenario sobre el cual actúan como actores, millones de criaturas infelices sometidas a maltratos y otras infamantes prácticas, que casi siempre culminan en la muerte de los afectados, victimas de enfermedades como el Sida.

Ello se debe en gran medida a que las organizaciones delictivas dedicadas a la captación, transporte, traslado, acogida y recepción de personas destinadas al mercado sexual, convertidas por efecto de esa práctica en “mercancía” de exportación”, operan como empresas, con un tren directivo en la cúspide de una pirámide, desde la cual se planifican y giran instrucciones a ejecutivos medios, empleados y obreros de una extensa red de sucursales diseminadas por varios continentes, encargados del negocio “sucio”, lo que dificulta la tarea de combatirlas.

Utilizan como bases de captación a naciones del Caribe, América Latina y países pobres de Europa del Este y del Sudeste Asiático, y de recepción, a países industrializados de América del Norte, Europa y Asia, como Canadá, EEUU, Japón, Alemania, Francia, Holanda y España, lo que les permite operar en gran escala, obteniendo así, ganancias fabulosas, que según estimaciones de la ONU, ascienden a más de siete millardos de dólares al año.

De acuerdo con expertos de la organización mundial, existen 27 millones de mujeres inmersas en la prostitución forzada en todo el mundo, principalmente en los países de la Unión Europa, donde trabajan bajo un régimen cruel de explotación sexual unas 700.000 mujeres; casi la mitad ellas procedentes de América Latina, el Caribe y el resto de Europa del Este, mientras que en Tokio y otras grandes ciudades japonesas laboran bajo las mismas infames condiciones unas 40.000, oriundas de Tailandia y otros pueblos del Sudeste asiático.

Cada año ingresan al mundo, cada vez más poblado de la explotación sexual, unos cuatro millones de menores, adolescentes y jóvenes mujeres, las cuales van a engrosar las filas de esa legión de seres ya secuestrados, abusados y condenados muchos de ellos a morir, mientras sobreviven a duras penas en tierra extranjera, sin entender el idioma que allí se habla. Algunos con la esperanza casi perdida, de volver algún día al hogar de donde fueron arrancados por sus plagiarios.

Una de las muchas fachadas utilizadas en dirección inversa (norte-sur) por los traficantes del sexo es la industria del turismo, bajo la modalidad de “agencias turísticas” que organizan lujosos tours dirigidos a ricos clientes de Europa, Japón y América del Norte, trasladados en cruceros y en vuelos charters, promocionados como “exóticos lugares del Caribe, Centro, Suramérica y del Sudeste asiático”, donde son “atendidos” en hoteles cinco estrellas por jóvenes de ambos sexos, moradores de humildes aldeas, reclutados bajo engaño, por las mafias en esos paraísos turisticos.

Pese a que organizaciones policiales regionales, nacionales e internacionales, en estrecha colaboración con Interpol, han asestado duros golpes contra los traficantes, desmantelando algunas de esas organizaciones, deteniendo a delincuentes, miembros de menor jerarquía, no logran en la mayoría de los casos capturar a los cabecillas de las mismas que, protegidos por inescrupulosos funcionarios policiales y judiciales, logran evadir la acción de la justicia.

Sin embargo, un clima de creciente optimismo prevalece últimamente en medio del contaminado ambiente del comercio de personas, luego de producirse en algunos países de Europa y de Sudamérica, la detención de cabecillas y miembros de bandas dedicadas al tráfico sexual, y de clientes “especiales” que frecuentaban algunos centros de prostitución y de pederastia, que operaban bajo la fachada de instituciones religiosas y fundaciones dedicadas a la protección de infantes.

Los medios se hicieron eco del escándalo generado por esos casos, en los que están involucradas prominentes figuras del espectáculo, la televisión, la iglesia e instituciones vinculadas a los sectores económico, político y social de España, Francia, Argentina, Chile y Portugal, algunos de los cuales han sido detenidos, unos ya condenados y otros sometidos actualmente a juicio.

Entre los casos más notables figura el de la Casa Pía, en Lisboa, una antigua y prestigiosa institución benéfica fundada hace 236 años, consagrada al cuidado y protección de niños huérfanos y sordomudos.

En diciembre de 2004 estalló el escándalo de pederastia que culminó con el arresto de decenas de personas entre ellas, políticos, presentadores de televisión y funcionarios del establecimiento, acusados de violar a miles de los niños allí recluidos.

Otro sombrío capítulo escrito por la pederastia es el del ex cabo nazi Paul Schaeffer, en Chile, un octogenario alemán, fundador hace 45 años de La Casa de la Dignidad, que albergaba a menores, que eran abusados sexualmente por residentes e invitados del delincuente a ese antro de corrupción.

Paradójicamente, Internet, utilizado por los traficantes de mujeres y por pederastas promotores de la pornografía infantil en todo el mundo, se ha devuelto últimamente como un bumeran contra muchos de esos delincuentes, cuyas redes han sido puestas al descubierto mediante la implementación de sofisticados sistemas de detección electrónica utilizados por los cuerpos policiales, que ha permitido la detención de centenares de ellos en EEUU, América Latina, España, Japón y otras naciones.

La guerra contra la prostitución forzada viene igualmente dando exitosos resultados. Han sido allanados gran número de prostíbulos en España, Argentina, Tailandia y EEUU, países donde en los últimos años han sido detenidos miles de traficantes y liberadas otros millares de jóvenes que permanecían secuestradas, mal pagadas y mal alimentadas por los dueños de burdeles, miembros o cómplices de las organizaciones mafiosas que, a pesar de ello, se multiplican cada día, al captar nuevas víctimas e introducirlas a tan lucrativo negocio.

Las mujeres liberadas, la mayoría de ellas enfermas y envejecidas prematuramente, son parte de millones que aun permanecen prisioneras, secuestradas por quienes las arrancaron de sus patrias obligándolas a firmar un “contrato”, una de cuyas cláusulas las compromete a cancelar entre 40.000 y 50.000 mil dólares por concepto del boleto de pasaje, arreglo de documentación, comida y alojamiento, un compromiso que jamás logran honrar, pues la deuda aumenta cada día y a medida que pasa el tiempo muchas de ellas enferman y mueren.

Es el dantesco infierno en que esas mujeres y esos niños viven lo que ha impulsado a la OEA y a los delegados reunidos en Margarita a entregarse por completo a la cruzada iniciada por la ONU y lanzar una guerra sin cuartel sobre las transnacionales de la explotación sexual, dispuestos a triunfar sobre el más bajo y cruel de los delitos que hoy se ensaña contra la juventud femenina y los niños, promesa del mañana y futuro de un región que busca su definitiva independencia a través de la integración económica, política y social.

En consonancia con las prometedoras perspectivas que avizoran, los expertos de la OEA analizarán, entre otros temas, los instrumentos jurídicos internacionales sobre la materia, la prevención y persecución de los delitos y la protección y asistencia a las víctimas de la trata de personas, con el fin de implementar a escala regional una política integral orientada a una eventual reducción de los nefastos efectos del comercio sexual en América Latina y el Caribe.

Según ha podido trascender, los asistentes a la reunión estudiarán los distintos “modus operandi” de las bandas y las formas de combatir sus actividades, como es el caso de la venta de novias por correo electrónico a través de Internet, que consiste en presentar catálogos con fotos de las víctimas, en su mayoría menores de 15 años, quienes una vez escogidas por los compradores son vendidas por sumas que oscilan entre los cinco mil y ocho mil dólares.

De la misma manera, analizarán la posible adopción de medidas legales orientadas a prohibir la publicación en la sección de ofertas de trabajo de avisos clasificados, en diarios de gran circulación, en los que “agentes” de las mafias, utilizándolos como “carnada” solicitan “jóvenes provincianas de buena presencia, entre 18 y 21 años, para servir en casas de familia”, y en otros, en los que ofrecen “empleo bien remunerado a chica con medidas de modelo, para actuar como anfitrionas o damas de compañía de ejecutivos y turistas, con derecho a habitación”.

Evitar que más seres inocentes caigan en las perversas trampas que a diario tienden los traficantes del sexo a miles de niños, adolescentes y jóvenes es el reto que partir de hoy asumen, en Margarita, un grupo de delegados de la OEA, representantes de 34 naciones de América Latina y del Caribe, una región donde un crimen de lesa humanidad se ha convertido en el negocio más lucrativo del planeta, solo superado por las ganancias que generan la industria petrolera y el tráfico de armas y de drogas.

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