Se los llevan las mafias locales para vender sus órganos. Así lo confirmó el Ministerio de Interior. Ahora las familias cuentan su historia.
¿Leyendas urbanas? Nada de eso. En Turquía, la historia de niños que desaparecen, discapacitados o no, es una atroz realidad. Confirmada incluso por una circular de¡ Ministerio de Interior del13 de diciembre de 2000, firmada por el ministro Saderin Taman y en la que se alertaba a las comisarías de policía de la desaparición de menores: «Algunos se han perdido, otros han sido raptados y están en peligro. De estos últimos, algunos han acabado en el mercado de 1 prostitución infantil, otros son utilizado para el tráfico de órganos».
A orillas de Bósforo se compran y se venden, sobre todo, riñones. El supermercado de esta mafia cuenta con ramificaciones en Ucrania y Albania. «La organización más poderosa está formada por rusos, israelíes y turcos», escribía el diario Hurriyet. Tampoco e una fantasía la historia de barcos implicados en este negocio que, en lo astilleros de¡ mar Negro (que baña 12 países) cambian con facilidad de nombre y bandera. Issam Ungur, Periodista de Al Sabah (La Mañana), fue el primero en ocuparse del asunto. Seguía la pista a una nave con bandera ri sa anclada en Tuz1a de la que se sospechaba que actuaba como carnicería humana, con sala de operaciones y todo.
El mercado clandestino de órganos humanos es tan floreciente que llegan a ocurrir cosas como la siguiente. Un joven se hiere jugando, es ingresado en un hospital y sale con un riñón menos. Le sucedió a Maecician Akan, que hoy tiene 12 años. El 25 de julio de 1998 fue ingresado, tras una herida accidental, en el hospital de Samsun. La bala apenas le rozó el riñón. Su madre, profesora de Historia, ha recurrido al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.Los niños de la calle -unos 400.000 son la reserva de la mafia de órganos humanos. Yusuf Koka Kaya, presidente de la Asociación Gubernamental de Niños de la Calle, declara: «Sí, son muchos los niños que desaparecen de repente, sobre todo los discapacitados. Hay indicios que llevan a la mafia de órganos». Kaya, antiguo niño de la calle, añade: «Basta con un bocadillo para que gente sin escrúpulos logre la confianza de un niño discapacitado. Muy pronto éste se encuentra entre falsos padres adoptivos, con pasaporte falso y camino de otros países».Este sucio mercado nació en 1993, cuando las organizaciones mafiosas locales, dedicadas a tráficos menores, dieron el salto. Desde entonces empezaron a desaparecer niños discapacitados en Turquía. Este tráfico no habría salido a la luz si un padre valeroso no hubiese emprendido la búsqueda de Abdulhamit, su amado oz¡urliú. Hoy, ante la sede de la Asociación de Familiares, está aparcado un autocar empapelado de Zá fotos de niños y jóvenes desaparecidos. Cuando hay dinero para gasolina, recorre el país con la vana esperanza de encontrar a alguno. «Pero -dice Zafer, que no para de recibir amenazas- lo unico que recojo son denuncias de niños desaparecidos.»
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