12 septiembre, 2004

TRÁFICO DE ORGANOS: Las redes de la mafia mas cruel

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Articulo publicado en el suplemento "el semanal" número 742.

Son grupos organizados que consiguesn órganos para enfermos pudientes. Una mercancía que procede de hombres dispuestos a vender sus riñones y de menores que luego hacen desaparecer. ¿Leyendas urbanas o una descarnada realidad?. Este es el testimonio de expertos, investigadores y familiares de la victimas.

A calor del horror talibán, de los burkhas y los reos colgados en los estadios de fútbol, los asesinatos de dos niñas en las calles de Kabui hace cinco meses podrían haber pasado inadvertidos, y sin embargo la noticia erizó la piel de los habitantes de esta ciudad acostumbrados a vivir en una guerra tras otra. Mabula y Roma, dos niñas afganas de cuatro años, fueron raptadas por unos desconocidos mientras jugaban en la puerta de sus casas y asesinadas. Días después aparecieron sus cuerpos mutilados. A ambas les habían quitado los ojos y a Roma, además, sus riñones. Después, en un macabro intento de enmendar el desaguisado, a esta última le habían recosido su cuerpo con hilo quirúrgico y la habían abandonado de nuevo frente a su casa. Es el relato que Najibullah, un pariente de Roma, hizo a la agencia Reuters, pero hay más historias. La Organización Revolucionaria de Mujeres de Afganistán denunció que el Gobierno talibán no sólo sacaba partido al comercio de opio.

Sus cajas de caudales también engordaban con el tráfico de órganos humanos. Entre muchos otros testimonios, estas mujeres recogieron el de un mendigo de Kabul que vend¡ó sus córneas a un taliban despues de que le operaran sin anestesia. Lo relatan así y sin embargo, desde Occidente, parece inaudito que un país cercado por la pobreza pueda contar con los servicios de un competente equipo de trasplantes y con la infraestructura adecuada para que estos órganos se conserven en perfecto estado hasta su destino final. ¿Es un bulo más que llega desde el caos afgano o sólo la punta de un entramado mafioso que dispone, como mínimo, de un poderoso sustento económico?

Desde hace años, las noticias se han repetido siempre con el mismo denominador común: unas veces en alguna barriada mísera de un país desestabilizado el cuerpo de un inocente aparece mutilado. Otras, es un hombre con poco que perder el que pone precio a uno de sus riñones. Pero ¿qué hay demostrado? Al día de hoy el documento más evidente en la denuncia de este negocio clandestino lo constituye el reportaje Vampiros de órganos que realizó el Mundo TV. Tras cuatro meses de trabajo, los periodistas consiguieron contactar con una organización de traficantes en México D.F. Después de hacerse pasar por compradores de un riñón lograron filmar cómo por 150 millones de pesetas, Martín Rubio, un hombre llamado El Padrecito que se hacía pasar por sacerdote, conseguía un donante. Desde un conocido hospital de la capital mexicana, el doctor Arturo Gómez Muñoz estaba al frente de la operación. En una entrevista confidencial, éste aseguraba que «la operación es un secreto médico. Sólo lo sabremos el doctor Espinosa, jefe de uno de los equipos, y yo, jefe del otro equipo. Al resto de¡ personal le pagaré 35.000 dólares (alrededor de 36.060,73 euros, 6.000.000 de pesetas)». Una vez grabado al falso sacerdote, al médico corrupto e incluso al supuesto donante, los periodistas optaron por no correr más riesgos y regresaron a España. Con ellos se trajeron una sospecha: ¿el discutido riñón saldría en realidad de¡ cuerpo de uno de los adolescentes que El Padrecito mantenía bajo candado en su casa?

Una vez más se confirmó que la compraventa de riñones es una realidad,pero quedó en el aire que este negocio ¡legal cohabite con secuestros y robos de órganos. Tras la emisión delreportaje, Rafael Matesanz, presidente de la Comisión de Trasplantes de¡ Consejo de Europa, escribió: «Bajo el nombre genérico del tráfico de órganos se agrupan, junto con una serie de hechos demostrados -como la compraventa de riñones o la utilización de órganos de ejecutados en China-, una profusa serie de rumores nunca demostrados -el robo de riñones, el secuestro de niños, etc...- que, en general, no resisten la más mínima crítica».

¿Realidad o ficción? El eurodiputado socialista Leon Schwartzenberg, a quien la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Protección al Consumidor del Parlamento Europeo solicitó un informe el 16 de octubre de 1991, no opinaba lo mismo. En él este médico, que fue ministro de Sanidad de Francia, concluía: «El tráfico ¡legal de órganos existe, lo mismo que el tráfico de drogas, y con frecuencia está organizado por las mismas personas. Este tráfico es tanto más monstruoso puesto que se basa en la condena a muerte de personas vivas para extraer de ellas los órganos que se venden con beneficio». Es más, para Schwartzenberg negar su existencia es comparable a admitir que muchos de los horrores padecidos (y fotografiados) por la humanidad a lo largo M siglo XX jamás hayan existido.

«Después de aquello, el Parlamento redactó una resolución con una serie de recomendaciones y ahí se quedó todo», explica José Manuel Martín Médem, periodista, corresponsal en América Latina, Premio de Periodismo Unicef y autor de libros que denuncian el tráfico de niños y de sus órganos. «Cuando escribí La guerra contra los niños (Ed. El Viejo Topo) había expertos que sostenían que no es materialmente posible que puedan trasladarse los órganos a otros países porque no aguantan en buen estado tantas horas de vuelo. Pero no son los órganos los que viajan sino los niños. Ellos son los que desaparecen. Una periodista brasileña comprobó que el número de niños que salía de Brasil en adopciones internacionales no cuadraba con el que después se registraba en el extranjero. Hablamos decosas que parecen imposibles, pero cuanto más avanza la miseria y más se desarrolla la tecnología es más fácil usar a un niño. Ellos están en medio, son la materia prima.» En este sentido José Manuel Martín se pregunta cómo es posible que en 1993 un niño de nueve años recibiera páncreas, estómago, hígado y dos intestinos en una sola operación en un hospital de Pensilvania. Y todo en un país, EE.UU., que se considera el mayor receptor M tráfico de órganos que opera en Latinoamérica.

Con la moda cibernética, internet se ha convertido en un mercado en el que se dan cita timadores y mafiosos con un objetivo común: forrarse con la venta de órganos. No hay más que escribir las palabras mágicas: kidney for sale (riñón a la venta) en algún buscador para recibir numerosas ofertas. El servidor chino Netease vende pulmones, riñones y córneas junto con lo último en tecnología. Distintas organizaciones humanitarias creen que tras estos anuncios particulares se esconden las mafias chinas. De hecho, el asunto del tráfico de órganos en las cárceles de China es más que conocido. El último relato escalofriante llegaba a los periódicos por el testimonio de un funcionario de prisiones de la provincia china de Liaoning quien explicaba, después de huir a Rusia, que las ejecuciones de los condenados a muerte abastecían la demanda de trasplantes. Más aún, él explicaba que en su país los hospitales, las policías y los tribunales se ponen de acuerdo para que coincidan las ejecuciones con las operaciones previstas.

La otra cara de la moneda es España, un país que puede presumir de ser un paraíso en cuestión de trasplantes. De hecho, figura como el líder mundial: en el año 2000 logró un seis por ciento más de donantes con un total de 3.431 trasplantes. Blanca Miranda, coordinadora de la Organización Nacional de Trasplantes, se muestra escéptica en relación al tráfico ¡legal de órganos en otros países. «Por muchas razones me cuesta trabajo creer que esto ocurra con frecuencia. El hospital debe ser de primer nivel y con un equipo médico entrenado. Nada de hacer un trasplante en un coche o en un camión como se ve en las películas. Por si fuera poco, para que no se estropee, el órgano no puede estar más de dos horas en una nevera. Por eso no es concebible que un órgano se extraiga en Brasil y después acabe en Europa, donde el enfermo necesita unos cuidados y unos fármacos que no pueden adquirir en cualquier sitio. Son medicamentos muy controlados que se fabrican según demanda el sistema. De hecho ha habido casos denunciados porque el ciudadano vuelve y pide que se le controle. Pero un médico con buena reputación tendría que tapar con dinero la boca de tanta gente, por lo menos de 100 personas, que cuando veo las tarifas irrisorias que se barajan me da la risa. Además el tráfico de órganos infantiles es lo que menos cuadra de todo. Es bastante absurdo porque esos órganos sólo se pueden utilizar para niños del mismo tamaño, son órganos inmaduros y no valen para un adulto.»

Por su parte, el periodistajosé Manuel Martín Médem, quien lleva años recopilando información, se muestra convencido de que el rapto de niños con el fin de traficar con sus órganos existe. Este corresponsal que ha trabajado en México, Colombia y Cuba concluye: «Con el comercio de órganos infantiles puede suceder lo mismo que con los campos nazis: que estaban resguardados -más que por las alambradas y los guardiaspor su propia monstruosidad, que los hacía inconcebibles».

Por Uxúa Mena y Dina Nascetti.

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